martes, 22 de enero de 2019

Escafandra

me hablaba de las maravillas
que viven, danzan y cantan
bajo la superficie
satinada de los océanos.
el zoológico marino era vasto en sus
recuerdos de niña de talcahuano,
sin embargo siempre volvía a pronunciar
aquella palabra tan
desconocida para mí:
esca… escaf…
¡escafandra! se repetía ella.

hace un tiempo se internó
en leguas marinas;
ya en la isla
se apeó de la ballena voladora,
y en ella observó, caminó,
bebió y fumó.
devuelta a la ciudad
noté su bronceado
-lengua de un sol lejano e ignoto-
en forma de esa
palabra que tanto me nombraba.




Evidentemente

te fuiste lejos
quizá a dónde
pero olvidaste
que gozo de
recuerdos
más vívidos
que la distancia