lunes, 22 de octubre de 2018


Flora

Fulgores que a diario regresan

Caminares circundados por la neblina
Y la noche púrpura de una antigua ciudad

Vuelves a cada instante centelleante
Acariciando la idea de muerte

Envías cartas que demoran en llegar

Obstinadas palabras con tinta negra

Te leo de madrugada para olvidarte
Por la mañana distraído con
Películas surrealistas

Y los pájaros se posan sobre la
Blanca rosa de mi ventana

El sol calienta las blancas
Sábanas en que he amado silenciosamente

El humo que emano después de una calada
De tabacos amarillos
Me hace pensar en tus cabellos amorfos
Que se van por la ventana

Como cuando te vestías luego de
Hacer el amor pasada las doce
De la noche y me besabas antes de cruzar el jardín

***

Conocí a Santiago hace un par de años
Exactamente cuando el humo
De las lacrimógenas escampaba
Pero las asambleas de estudiantes continuaban

Mientras tomo café y me dispongo
A fumar el último cigarrillo que me queda
Recuerdo a Santiago delgado y afeitado
Por orden de inspectoría de su liceo
Lo recuerdo comiendo frutas al mediodía
Tomando sol matutino viendo que
En la cancha de cemento
Donde el calor cae a plomo
Se desarrollaban más de un partido de fútbol

Digo que recuerdo a Santiago
Llegando a su liceo
Buscando por dónde sortear la seguridad
Y volver a tomarlo
Vestido con negras ropas
Colgando sillas y mesas en la reja
En señal de protesta

Santiago vivía en una casa antigua
En pleno centro de la ciudad
Me contó que por razones políticas
Llevaba un año y algunos meses
Prescindiendo de la carne
Y todo producto animal

Recuerdo ver feliz a Santiago
Solía caminar por la Alameda
Algún día a la semana siempre al azar
O espontáneamente a las veinte horas

Santiago pololeaba con una niña
Del sector aunque se conocían
De tiempos inmemoriales
Y ambos solían ir al barrio comercial
De la Estación Central para comprar
Inciensos y velas también papelillos para
Enrolar la marihuana que fumaban

Recuerdo feliz a Santiago
Y quizá todavía lo sea
Recuerdo a Santiago de camisa y corbata
Cruzando un parque para a su casa llegar
Cambiarse de ropa ponerse un jogging
Y escuchar música
Salir a caminar y a su amor visitar en bicicleta
O recostarse a escuchar
El roce feroz de las ruedas de los camiones
Con el asfalto caliente de la Panamericana

Quiero pensar que Santiago
Sigue siendo feliz
Fumando marihuana en un pito
Mal enrolado
Quiero pensar que Santiago
A esta hora va de camino a su casa
Y que más rato irá al centro
A comprar incienso de mirra

Recuerdo a Santiago
Ahora que leo un libro de poemas
Comprado en alguna cuneta de la ciudad

Quiero pensar que Santiago no está escribiendo
Este poema
Sino que oliendo las calles mojadas
Buscando el manojo de llaves para a su casa entrar.

*

Habíamos llegado tarde a la ciudad
Después de cruzar enormes cerros
De distintos colores colmados de nieve
Después de ver correr el agua por
El río que desde cuándo vendrá
Tallando piedras
Armando perfectos murallones

Y en la ciudad caminamos
En busca de comida y cerveza
Nos reímos y seguimos caminando
Hacía un calor tremendo
Aunque caían unas gotitas
De agua y el cielo parecía un charco
Que se disolvía con parsimonia
Sobre nosotros y los carros
Tan desvencijados como ellos solos

Nos sacamos unas fotos
Unas selfies que nos retratan
Felices en plena noche
Imágenes que si vuelvo a mirar
En la pantalla touch del celular
Me hacen volver al sábado por la noche
En que silenciosamente te miraba
De lado y te encontraba tan bonita
Que me daban ganas de comerte
Esa boquita de fresa que tienes

Habíamos llegado tarde a la ciudad
Después de un largo viaje
Comiendo milanesas cantando
Y fumando los últimos puchos
Que nos iban quedando


Dos poemas de Blatt

Es curioso que dejen sus huellas
Como cerezas y cervezas
Los poemas que no poseo
Ni que estén entre mis libros
Los poemas de un autor
Que una chica argentina
Me recomendó después de no hallar
Un libro x de Cucurto o  F. Casas.

Es curioso que tras leer
Dos poemas a la rápida
Ya que mi chica me interrumpe
Al enseñarme una bonita agenda
Me queden en la retina
Como el final de un poema
En que dos perros ladran.

Es curioso lo anterior
Porque olvidando los títulos
De ambos poemas -¿tenían?-
Fueron los mejores
Que leí el domingo por la mañana.


Hay días

Hay días en que sólo quiero escribir

También los hay en que sólo
Quiero un café junto a una mujer
                      Y que nos amemos en silencio

Hay días en que apuro lecturas
Porque si no aumentan las multas bibliotecarias

Hay días en que no siento el paso
De las horas  sólo el cambio
              De tonalidades

Hay días en que sólo quiero follar  amor
Y verte dormir  mujer  después del orgasmo

También los hay en que tengo quimeras
Tan grandes como ellas solas

Pero sólo cuenta este día
En que me siento fatal

Y sólo quiero tomar café
En una pulcra taza blanca
Leyendo poemas de desconocidos poetas

Mi madre

Mi madre es una niña
Niña que nació en Mayo
En una gris ciudad

Digo que mi madre
Es una niña
 Tiene caprichos de niña
Y su psiquiatra ha dicho
Que debe medicarse

La veo armar una habitación
En la que hay libros por doquier
Tirados por ahí llenos de polvo
            Y de páginas amarillas

Mi madre cuelga cuadros de perros
Vestidos como humanos
Retira cortinas roídas por el sol
Colmadas de polillas secas
Y coloca Black Out
Con dibujos de animales y aviones
Como una imagen surrealista

Mi madre es una niña
Y sólo es capaz de dormir
Si toma su dosis de Clotiazepam
 Es una niña que relee
El Mago de Oz y nos habla de Dorothy

Mi madre es una niña
Que  en cualquier momento  puede
Estallar en llanto y verbalizar
El deseo de nadar
Desnuda en el vientre de su madre 


Vejez

La muerte se deja caer en tu cuerpo
Como neblina que cubre el muelle
Vestida  la muy irónica
De nostalgias
Maquillada de te acuerdas cuando

Y dibuja en ti surcos diminutos
Cubriéndote la piel
Para que el rocío nocturno
Transite
Y la tierra se te aferre
Cuando estés adentrándote
En las entrañas
Húmedas y oscuras
Calientes y luminosas


“todo es materia de poesía, de construcción,
todo, todo lo que me rodea… el mundo”. W. Cucurto


Me gusta Washington Cucurto
Porque su poesía me sitúa
En la parte trasera del Corsa
Sentado junto a mi hermano
Comiendo plátano antes de la frontera
Porque en aduana los botan dice mamá

Y fíjate que íbamos los cuatro
Mi madre mi hermano papá y yo
Como abejas sonrientes
Arremolinados cantando
Alguna canción que ya no recuerdo
               
Me gusta Washington Cucurto
Porque me lleva a mirar nuevamente
Expectante y asombrado
Esas gigantes hormigas de Mendoza
Junto con mi hermano siendo niños
Porque me hace recordar
A mi madre cambiando los discos
Y cantando Putita de los Babasónicos

Tal vez me gusta Cucurto
Porque fue reponedor
De frutas como yo   


Sandunga de los días grises  

Los días grises sin importar la estación
Me empujan a escribir al café y al silencio
Miro por la ventana y sigo escribiendo
Pienso en mis lentes rotos y sigo escribiendo
Sigo escribiendo tratando de hallarle
                          O inventarle
Un universo a cada palabra
Un rostro a cada letra
Un recuerdo a las distintas frases
Continúo escribiendo para superar el hastío
De no seguirle el ritmo a la vida
Bailando en silencio con la fea



Pregunta

Dice la historia
Que hace más de 50 años
Cruzaron nubes
Por sobre verdes
Ocres y grises relieves
Dos poetas fuera de catálogo
Llenos de estrafalarias
Experiencias sexuales
Para establecerse
Desde donde escribo

Además dice la historia
Que al sur del mundo
Fumaron marihuana
Y también chamico
Y que soñaban con
Musas que moraban
Sobre sus calvas cabezas
Y hablaban con ellas
También escribían
De ellas
Que de color azul
Imagino yo
Cuerpos del porte de
No más de una mano
Bailaban al ritmo de congas
Psicodélicas

Y cuando no sorteaban
De buena manera
El frío del sur
Se guarecían las musas
Entre las barbas
De estos poetas
O detrás del marco
De los Ray-Ban
De uno de los anfitriones

Dice la historia
Que no vinieron
Estos dos poetas
Por el tiempo previamente
Estimado sino que por meses
Y viajaron a la capital
Quizá hasta visitaron
Extintos lupanares
Y por las tardes bebían café
Y recopilaban poemas en español
Para traducir en su respectivo país


Dice la historia que hay fotografías
De aquella visita
Digo  no más bien  pregunto
¿Quién habrá sido la mujer
De lentes oscuros y velo en la cabeza
Que se cola en la foto de estos poetas?


Que las palabras son calles

Colmado de urgencia poética
Me lanzo calle abajo
Circundado por el flash de la niebla
Y digo que dónde he sido

Vísceras fantasiosas
Exaltando mis arterias
Que hierven como efluvio
Frente al amor que desconozco


27°

El día va cobrando espacios con su sol blanco
Dando pie para que nos recostemos en un parque
De Florecientes jazmines

Y tú bebes una Coca-Cola y yo te acaricio

Cuando el hastío me toma
De sorpresa y la ciudad pierde brillo
Imaginamos que somos cineastas
Viendo al vagabundo con su carro
Y su perro sonando detrás el piano de Amélie


Amores

Los amores que comienzan de la nada
Como si los trajeran las plumas
De las palomas que emprenden
Violentos y súbitos vuelos
Haciendo que el transeúnte se espante

Los amores que vienen casi sin amor
Digo descoloridos escondidos en un
Recóndito lugar de la ciudad
Que crecen como rizomas
Sin principio ni fin – enredados

Los amores que enseñan su
Fruto casi sin mano que lo
Ofrezca me asedian me colman
Me debilitan me dan fuerzas
Me confunden y me aclaran con un beso


A la mar van los poemas

Circundado por los brotes de un verdor que crece y crece
Entre la humedad que va quedando de la estación pasada
Y el sol que pega la camisa a mi piel mientras sudo busco
Escribir un par de poemas por día o nada por semanas

Escribir los poemas que fueron arrojados a la mar
Por el militar que a golpes certeros empujaba al poeta
Subiéndolo al buque atiborrado de los más débiles
En el que la más mínima luz que se colaba por la escotilla
Encandilaba a los muchachos que adivinaban la hora

Envuelven los grillos y el aleteo de los pájaros mis oídos
Mientras recuerdo al poeta que perdió su carpeta de poemas
Roja como la sangre de los ahogados en el mar

Escribir
Y creer que las palabras contenidas en los poemitas que cargaba
Han sido leídas y han rozado las pieles frías de quienes yacen ahí
Entre las rocas y los moluscos los peces y promontorios de arena

Temblor

El pincel de la noche
Nos desnudó y con un
Color de vapor veló
La ventana sin cortinas
De la habitación de los libros

Y la gente de la pieza
Contigua pensó
Que estaba temblando

¡Qué en vano fue
Reprimir gemidos y
                     Orgasmos!
Si casi derrumbamos
                   La casa
Si casi me fundía en tus
Vísceras candentes
Y el pincel de la noche
Me llevaba a guarecerme
En tu geografía
     Tersa
Y de relieves.