Historia de un viejo solitario.
Ahora
que el viento agita las olas
Del
desierto en que nos conocimos,
Y
hace que mis cabellos grises
Bailen
al sol de su soplo lleno de arena.
Ahora
que el viento choca contra mi rostro,
Enjuto
y agrietado por el tiempo, la vida,
Vuelvo
a pensarte, Laurita
Aunque
no traiga tu aroma cítrico.
Yo
que vivo tan solo, acompañado
En
recuerdos por mi hermano
Que
de un tiro, hace ya años,
Se
voló la cabeza en pleno delirio
Y
por mi hermana, casada y con hijos
(No
sé ya en qué ciudad vivirá).
Y
por el recuerdo de mi padre,
Que
lo dejé de ver hace una década.
Madrecita,
madrecita mía,
Tú
que te fuiste navegando por
Los
ríos del alcohol que
Deformaron
tu cara, aún te recuerdo.
Yo
que vivo tan solo, Laurita,
Aún
recuerdo cuando te conocí
En
aquel lupanar.
Tú,
tan tú, entre plumas y antifaz.
Esas
piernas que escondían
El
ácido y dulce secreto,
Que
lamía con tantas ganas,
Mientras
gemías como una gata.
Y
así creo que es mi vida,
Solitaria.
Y a ti, Laurita,
Que
te destrozaron el cráneo
En
Santa Teresa con un peñasco,
Quién
habrá sido el maldito
Que
te hizo eso.
Y
por qué lo hizo, me pregunto.
¿Acaso
un cliente maniático?
Laurita,
nunca dejo de pensar
Que
te amé y te amo,
Aunque
tú me lo negabas
Diciendo
“sólo soy una puta”.
¿Las
putas no merecen ser amadas?
Y
a pesar de lo anterior, después de
Eyacular,
me dejabas tenderme en tu
Torso
hasta el alba, en un dulce sueño.
Quizá
el destino, mal destino,
Te
encontró esa noche
Y
arrojó sobre ti
La
piedra que te quitó la vida.
Y
yo te pienso en el mismo desierto;
No
he tranzado con nadie más
Del
burdel, aunque ganas tengo.
Añoro
esas veladas candentes.
Y
esto me hace pensar que mi vida
Está
destinada a la soledad.
Sólo
gasto dinero yendo
Al
psicólogo para sentirme escuchado.
Pero,
tú, Laurita, eres única,
Siempre
jactándote de no poder
Dar
amor, menos recibirlo,
Me
amaste en mi miseria.
Tu
amor de puta caliente
Llenó
mi ser, y ahora que
No
estás puedo disparar tranquilo
El
revolver que compré
Con
el dinero que me sobra,
Que
otrora era para la leche
De
tus hijas, y para el tequila
Antes
de comernos cual caníbales.
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