lunes, 22 de octubre de 2018


Historia de un viejo solitario.

Ahora que el viento agita las olas
Del desierto en que nos conocimos,
Y hace que mis cabellos grises
Bailen al sol de su soplo lleno de arena.

Ahora que el viento choca contra mi rostro,
Enjuto y agrietado por el tiempo, la vida,
Vuelvo a pensarte, Laurita
Aunque no traiga tu aroma cítrico.

Yo que vivo tan solo, acompañado
En recuerdos por mi hermano
Que de un tiro, hace ya años,
Se voló la cabeza en pleno delirio

Y por mi hermana, casada y con hijos
(No sé ya en qué ciudad vivirá).
Y por el recuerdo de mi padre,
Que lo dejé de ver hace una década.

Madrecita, madrecita mía,
Tú que te fuiste navegando por
Los ríos del alcohol que
Deformaron tu cara, aún te recuerdo.

Yo que vivo tan solo, Laurita,
Aún recuerdo cuando te conocí
En aquel lupanar.
Tú, tan tú, entre plumas y antifaz.

Esas piernas que escondían
El ácido y dulce secreto,
Que lamía con tantas ganas,
Mientras gemías como una gata.

Y así creo que es mi vida,
Solitaria. Y a ti, Laurita,
Que te destrozaron el cráneo
En Santa Teresa con un peñasco,

Quién habrá sido el maldito
Que te hizo eso.
Y por qué lo hizo, me pregunto.
¿Acaso un cliente maniático?


Laurita, nunca dejo de pensar
Que te amé y te amo,
Aunque tú me lo negabas
Diciendo “sólo soy una puta”.

¿Las putas no merecen ser amadas?
Y a pesar de lo anterior, después de
Eyacular, me dejabas tenderme en tu
Torso hasta el alba, en un dulce sueño.

Quizá el destino, mal destino,
Te encontró esa noche
Y arrojó sobre ti
La piedra que te quitó la vida.

Y yo te pienso en el mismo desierto;
No he tranzado con nadie más
Del burdel, aunque ganas tengo.
Añoro esas veladas candentes.

Y esto me hace pensar que mi vida
Está destinada a la soledad.
Sólo gasto dinero yendo
Al psicólogo para sentirme escuchado.

Pero, tú, Laurita, eres única,
Siempre jactándote de no poder
Dar amor, menos recibirlo,
Me amaste en mi miseria.

Tu amor de puta caliente
Llenó mi ser, y ahora que
No estás puedo disparar tranquilo
El revolver que compré

Con el dinero que me sobra,
Que otrora era para la leche
De tus hijas, y para el tequila
Antes de comernos cual caníbales.

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