miércoles, 8 de mayo de 2019


“Estamos enfermos, somos los pringados de la esperanza. Nuestras pobres ropas, nuestros viejos coches. Nos movemos hacia el espejismo, nuestras vidas malgastadas como las de todos los demás”. C.Bukowski



I

y contra la idea de mis congéneres
de mis contemporáneos de mis coterráneos
me infunde vida esta calle tan gris
esta avenida repleta de
oxígeno tóxico de humo de cigarrillo
como cabellos amorfos
de olor a perro
de olor a pobre
de olor a desesperanza
de olor a café en la niebla diurna
de olor a sopaipilla a ciento cincuenta pesos

II

más allá fuera del metro tren
está la yuta cerciorándose
de que todo esté en completo orden
ceñidos los pantalones verdes
a los muslos de monstruo
al falo tan pretencioso
de los policías de rostros bien afeitados
y mentones repletos de grasa

más acá la artesanía
ofreciéndose en la cuneta
al costado del paradero de microbuses
y los artesanos de pelo largo
y chivitos en mentón
y barbas tupidas
fumando un porrito poblacional
de manera furtiva
quemando dedos índices y pulgares
pincelando resina en las manos
que curten el cuero
de los zapatitos para niños

III

y yo camino a la trituradora moderna
a mi lugar de trabajo
a veces tan cansado
a veces tan feliz y sonriente
infundiéndome esperanzas de un porvenir mejor
con un libro bajo el brazo contra la camisa
del mismo autor que lee un punki
en la puerta de un restorán
de comida rápida de la alameda

IV

y nuestras ropas tan viejas
transitando los mismos lugares
y pasos peatonales desteñidos
por frenadas de súbito y con infinidad de chicles pegados
pero la ciudad me llena
me da vida
contra la idea de mis congéneres
esta ciudad que me despertaba junto a mi abuela
durmiendo en la habitación
de una gran casa cerca de la panamericana
que me despertaba con los bocinazos
de los camiones que iban al puerto
con las calles recibiendo el alba
que se refleja en las botellas de ron barato
arrojadas al voleo de la desolación